lunes, 1 de junio de 2009

Inhumano

- Creéme, soy todo aquello que una mujer no busca...

Ella observó su sonrisa mágica, sus hechizantes ojos oscuros que parecían estar llenos de promesas. Ella vió cómo se daba la vuelta y se perdía entre la multitud. Intentó seguirlo...en vano. Él había desaparecido entre la gente, camuflado como uno más. Como si fuera tan sólo un humano más.

Lágrimas de impotencia acudieron a sus ojos, cayendo por su rostro, suaves como las gotas de agua que empezaban a caer del cielo. Irónico. Del cielo.

Y el demonio al que amaba se había ido para siempre. Se lo advirtió, claro que sí. Le dijo entre sonrisas que no pertenecía a este mundo, que no podría quedarse con ella. Pero ella no le escuchó, no quiso hacerlo. Se había enamorado, y ni todas las razones más lógicas del mundo podrían haberle hecho odiar o dejar de amar...

En un último acto de rabia y desesperación, gritó en la lluvia.

- ¡Eres cruel, eres mezquino abandonándome. Eres, eres...inhumano!

Una voz suave y profunda que sólo ella pudo oir en su oído, le contestó susurrando. Sus palabras parecían fluir a través de una sonrisa amarga.

- No hay nadie más inhumano que el humano...




[Relato muy corto, improvisado en 3 minutos....sí, me aburro xDDD No le busquéis sentido porque no lo tiene, es sólo algo que se me ha ocurrido de repente =P]

jueves, 30 de abril de 2009

Y no importa nada más...


So close no matter how far
Couldn't be much more from the heart
Forever trusting who we are
And nothing else matters...

Never opened myself this way
Life is ours, we live it our way
All these words I dont just say
And nothing else matters...

Trust I seek and I find in you
Every day for us something new
Open mind for a different view
And nothing else matters...

Never cared for what they do
Never cared for what they know
But I know

So close no matter how far
Couldnt be much more from the heart
Forever trusting who we are
And nothing else matters...

Never cared for what they do
Never cared for what they know
But I know

Never opened myself this way
Life is ours, we live it our way
All these words I dont just say
And nothing else matters...

Trust I seek and I find in you
Every day for us something new
Open mind for a different view
And nothing else matters...

Never cared for what they say
Never cared for games they play
Never cared for what they do
Never cared for what they know
And I know

So close no matter how far
Couldnt be much more from the heart
Forever trusting who we are
No nothing else matters....

domingo, 12 de abril de 2009

Regresé

¡Y vuelvo! Tarde... pero vuelvo. Dicen que mejor tarde que nunca, ¿no? Además, tampoco prometí ser constante... bueno, dije que intentaría serlo o algo así... º_ºU

Y en fin...muchas cosas han pasado....algunas muy malas, otras regulares y otras, definitivamente buenas.

¿Yo? Estoy bien. Jamás pensé que una Semana Santa se me pasara tan rápida y lenta a la vez.

Tengo miedo de despertarme de este sueño y ver que te has ido para siempre...

Pero será lo que tenga que ser. ¿No? Ojalá la felicidad me desborde de ahora en adelante.

sábado, 21 de marzo de 2009

Incomplete


"Socavas el horizonte con tu ausencia" Neruda

"Si tú me dices ven, lo dejo todo" Los Panchos

"¿Qué no daría yo por
la memoria
de que me hubieras dicho
que me querías?" Borges

"Yo os diría su
aroma de maderas
preciosas..." D'Ors

"El aire ya es
apenas respirable
porque no me contestas" Salinas

"No hay más invierno que
la soledad.
Toma mi brazo, acéptame
este modo sencillo
de abolir, al
mismo tiempo,
invierno y soledad,
llamado amarse" Salinas

"Rozar tu mano y delirar por eso,
por esa suave piel...
rozar luego tus labios y adivinar
su miel,
para soñar después con lo que
no fue un beso..."

"Suponte que inventamos un país tan sencillo
que se parece a un sueño,
y entre los dos le damos un nombre estrafalario
como Amor, por ejemplo..."

"Si mis ojos se cierran es para hallarte en sueños
detrás de la cabeza,
detrás del mundo esclavizado,
en ese país perdido
que un día abandonamos sin saberlo" Cernuda

domingo, 1 de febrero de 2009

Cap 2

También era el día libre, este Día Uno de su vida, del sargento detective Martin del departamento de Investigación Criminal de Kingsmarkham. Había salido temprano,no sólo para llevar a su hijo al colegio -eso era excepcional, consecuencia de salir de casa a las nueve menos diez- sino para que le instalaran unos limpiaparabrisas nuevos en el coche. Era una mañana excelente, el sol brillaba en un cielo claro y el pronóstico era bueno, pero aun así no quería arriesgarse a llevar a su esposa a Eastbourne a pasar el día con unos limpiaparabrisas que no funcionaban.

Los del garaje se comportaron como era típico. Martin había concertado esa
visita por teléfono dos días antes, pero eso no impidió que la recepcionista reaccionara como si nunca hubiera oído hablar de él, ni que el único mecánico disponible meneara la cabeza diciendo que era posible, que podía hacerse, pero habían llamado a Les inesperadamente para una emergencia y más valía que Martin les dejara telefonearle. Al final prometieron a Martin que los tendría instalados a las diez y media.

Regresó a pie por Queen Street. La mayoría de las tiendas todavía no habían abierto. La gente con la que se cruzaba iba camino de la estación para dirigirse a su trabajo. Martin notaba la pistola en el bolsillo derecho, su peso y su forma. Era una pistola grande y pesada con un cañón de diez centímetros. Si la policía británica fuera armada, notaría esto. Cada día, todo el día. Martin pensó que ello tendría sus inconvenientes y sus ventajas, pero de todos modos no podía imaginar que semejante medida
fuera aprobada por el Parlamento.

Se preguntó si debería contarle a su esposa lo de la pistola, y se preguntó muy en serio si debería decírselo al inspector jefe Wexford. ¿Qué hace un muchacho de trece años con una reproducción de lo que probablemente era un arma de la policía de Los Ángeles? Era demasiado mayor para las pistolas de juguete, claro, pero ¿cuál podía ser el propósito de una reproducción sino amenazar, hacer creer a los demás que era real? ¿Y esto podía tener una intención criminal?

En aquellos momentos Martin no podía hacer nada. Aquella noche, por
supuesto, decidiera lo que decidiera hacer, debería tener una charla seria con Kevin. Se metió en High Street, desde donde pudo ver el reloj azul y dorado de la torre de la iglesia de St. Peter. Eran casi las nueve y media. Se dirigía al banco, con intención de sacar dinero suficiente para pagar el garaje, así como para gasolina, almuerzo para dos, gastos extraordinarios en Eastbourne y que quedara un poco para los dos días siguientes. Martin desconfiaba de las tarjetas de crédito y, aunque tenía una, raras veces la utilizaba.

Su actitud era la misma con respecto al cajero automático. El banco todavía se hallaba cerrado, impidiéndole el paso su sólida puerta principal de roble, pero había un cajero automático instalado en la fachada de granito. Llevaba la tarjeta en la cartera, la sacó y la miró. En algún sitio había escrito el número secreto. Intentó recordarlo: ¿cincuenta-cincuenta-tres? ¿Cincuenta-tres-cero-cinco? Oyó que corrían los cerrojos y
daban vuelta a la llave de la puerta. Esta se abrió hacia adentro y dejó al descubierto la puerta interior de cristal. El grupo de clientes del banco que estaban esperando cuando Martin llegó entró primero.

Martin se acercó a uno de los mostradores que estaban equipados con un
secante y un bolígrafo sujeto con una cadena a un falso tintero. Sacó su talonario. No necesitaría la tarjeta de crédito para respaldar su cheque, ya que todo el mundo le conocía al tener allí su cuenta; uno de los cajeros ya le había visto y se habían saludado.

Sin embargo, pocos conocían su nombre de pila. Todos le llamaban Martin y siempre lo habían hecho. Incluso su esposa le llamaba Martin. Wexford debía de saber cómo se llamaba, y también el departamento de cuentas, y todo el que se ocupara de estas cosas en el banco. Cuando se casó, lo había pronunciado y su esposa lo había repetido. Bastante gente creía que Martin era su nombre de pila. La verdad de ello era un secreto que él guardaba tan dentro de sí como podía, y en aquella ocasión firmó el cheque como hacía siempre: «C. Martin».

martes, 28 de octubre de 2008

Primer Cap

El 13 de mayo es el día de peor suerte del año. Las cosas serán infinitamente peor si da la casualidad de que cae en viernes. Sin embargo, ese año era lunes y eso bastaba, aunque Martin no era supersticioso y habría emprendido cualquier empresa importante el 13 de mayo o habría subido a un avión sin ningún escrúpulo.

Por la mañana encontró una pistola en la cartera que su hijo llevaba al colegio. Actualmente se le llama mochila, pero se trataba de una cartera de mano. La pistola se encontraba entre un montón de libros de texto, manoseadas libretas, papel arrugado y un par de calcetines de deporte, y por un terrible instante Martin creyó que era de verdad. Durante unos quince segundos pensó que Kevin se hallaba realmente en posesión del revólver más grande que él jamás había visto, aunque de un tipo que
no era capaz de identificar.

Reconocer que se trataba de una reproducción no le impidió confiscarlo.
-Puedes despedirte de esta pistola, te lo prometo -anunció a su hijo.
Este descubrimiento se produjo en el coche de Martin poco antes de las nueve de la mañana del lunes 13 de mayo, camino de la escuela de Kingsmarkham. La cartera de Kevin, mal cerrada, se había caído del asiento trasero y parte de su contenido se había esparcido en el suelo. Kevin contempló con aire triste y en silencio a su padre meterse en el bolsillo del impermeable la pistola de juguete.Ante la puerta del colegio, bajó del coche diciendo adiós sin apenas mover los labios y sin mirar
atrás.

Éste fue el primer eslabón de una cadena de acontecimientos que acabaría en cinco muertes. Si Martin hubiera encontrado la pistola antes y Kevin hubiera ido al colegio solo, nada de ello habría sucedido. A menos que se crea en la predestinación y el destino. A menos que se crea que los días de uno están contados. Si uno puede imaginárselo, si uno puede percibirlos numerados al revés, de la muerte al nacimiento, Martin había llegado al Día Uno. El lunes, 13 de mayo.

jueves, 16 de octubre de 2008

Otoño


El otoño ha llegado, lento, cansado.

Igual que arranca las hojas doradas que van desprendiéndose de los árboles, me ha arrastrado a mí también. Me siento como una de esas hojas, que se ve atrapada en un remolino de aire, dando vueltas sin saber qué ocurre o hacia donde se dirige. Sin saber salir, sin poder hacer nada más que estar a merced de algo que la domina y la zarandea, despojándola de todo control posible.


En ese frágil estado me siento, como si no pudiera evitar que de un momento a otro esa corriente pudiera romperme, como si realmente fuera una hoja seca y quebradiza. ¿Qué siente una hoja al ser arrancada por el viento de otoño? ¿Qué tipo de pánico debe sentir al ver que se precipita al vacío, sin saber qué ocurrirá después? Y justo entonces, la corriente la atrapa y la aturde, jugando cruelmente con ella, como un niño con una lupa apuntando a una pequeña hormiga.


No entiendo nada, me encuentro confusa y desorientada.


Sólo espero que esto termine pronto, y poder salir de este remolino de aire que me tiene atrapada...