jueves, 16 de octubre de 2008

Otoño


El otoño ha llegado, lento, cansado.

Igual que arranca las hojas doradas que van desprendiéndose de los árboles, me ha arrastrado a mí también. Me siento como una de esas hojas, que se ve atrapada en un remolino de aire, dando vueltas sin saber qué ocurre o hacia donde se dirige. Sin saber salir, sin poder hacer nada más que estar a merced de algo que la domina y la zarandea, despojándola de todo control posible.


En ese frágil estado me siento, como si no pudiera evitar que de un momento a otro esa corriente pudiera romperme, como si realmente fuera una hoja seca y quebradiza. ¿Qué siente una hoja al ser arrancada por el viento de otoño? ¿Qué tipo de pánico debe sentir al ver que se precipita al vacío, sin saber qué ocurrirá después? Y justo entonces, la corriente la atrapa y la aturde, jugando cruelmente con ella, como un niño con una lupa apuntando a una pequeña hormiga.


No entiendo nada, me encuentro confusa y desorientada.


Sólo espero que esto termine pronto, y poder salir de este remolino de aire que me tiene atrapada...